Pablo Alberola Torrero (@palberola)
Qué difícil es a veces encontrar algo que decir, algo que contar. Nos dejamos llevar por la esperanza de que en algún momento, casi por gracia divina, seremos tocados por la mano de Dios para descubrir una voz, nuestra voz. Somos devotos de aquellos a los que consideramos dioses, sacros o terrenales, que vagan por nuestra consciencia esperando cualquier atisbo de inspiración o suerte para ser recompensados con nuestros rezos. Maradona lo era. Se convirtió en aquellos años en un ente superior al resto, en un Dios todopoderoso capaz de reunir a más fieles en los estadios que muchos sacerdotes en sus parroquias. Tenía algo de divino, o al menos para Paolo Sorrentino lo tuvo.
El director italiano decide que abandonemos la mediocridad de la realidad para adentrarnos de lleno en la belleza de su Nápoles natal, en el interior de sus recuerdos, en el descubrimiento de su voz. Fue la mano de Dios (É stata la mano di Dio, 2021) es un viaje sobre la madurez en el que la fe, el sexo y la muerte son parte de la fórmula de Sorrentino para construir una historia de dolor que camina hacia la esperanza, hacia la libertad de uno mismo ante el abandono de este mundo. Todo un homenaje a su memoria y a sus raíces acompañado de unas imágenes icónicamente barrocas que ya son sello personal del cine de Sorrentino, un director capaz de dotar de algo de poesía a unos planos que trabajan en favor de su maquinaria narrativa; un cuadro costumbrista que se mueve gracias a una familia grotesca repleta de personajes fellinianos que bailan alrededor del pecado ante un Fabietto que perderá su inocencia para comenzar a sentirse libre.
Presentada en Venecia, festival en el que recibió el gran premio del jurado y el premio a mejor actor emergente, esta película está disponible en Netflix desde hoy, 15 de diciembre, como la última gran obra de un Sorrentino que rinde homenaje a sus héroes pasados, a sus mentores y a sí mismo para decirnos que todos, aunque sea con un poco de locura, tenemos algo que decir y, en definitiva, algo que contar.