Martín José Zubia García del Pino
A ti te canto, ¡oh, vida! —nada:
polvo al polvo: que eso es lo que somos;
apenas una sombra, y el camino
un delirar sutil, incierto.
Allá, fuera, las sombras se envilecen:
las cosas —apariencias— se consumen
marchando sobre ellas las negras horas
—corceles enfurecidos se desbocan.
Ni canta el gallo a la mañana
ni la noche cobija ya su estrella.
¡Saborea, hombre, la sal en la roca! Besa
tu oscura desnudez sobre la arena.
Terrible el día,
oscuro como la noche:
toda luz es de cristal efigie,
¡todo existir brutal quimera!
¡Un poema sin duda alguna brillante!
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