Azucena Guimerá
Hay que tener cuidado; si hacéis mucho ruido, podéis ahuyentarlo. Lo mejor es que, cuando avistéis uno, lo observéis en silencio, y, por norma general, ni siquiera reparará en vuestra presencia. Es una especie que está en peligro de extinción, y cada vez se registran menos ejemplares. Aun así, llama la atención su gran capacidad de adaptación a medios hostiles, prueba de ello es que, a pesar de que prefieren los lugares apacibles, también es posible encontrarlos en los bulliciosos vagones del metro, sentados o de pie, con la mirada fija en el libro que sostienen abierto. Sí, sí, habéis leído bien: con el libro abierto.
La realidad es que en la actualidad el puer lectorem, mejor conocido como «joven lector», sigue existiendo, a pesar de la insistencia de algunos en categorizarlo como «animal fantástico». Lo que realmente sucede es que hoy es más difícil identificarlo, porque gran parte de estos jóvenes ha optado por sustituir el libro físico por uno digital que se oculta detrás de una pantalla.

Los jóvenes lectores existen, y además son más numerosos de lo que se cree. Los hay de todo tipo: lectores de fantasía o de romance, apasionados por los clásicos, los que apuestan por biografías o ensayos científicos, e incluso los que leen poesía. No obstante, hay algunas personas que, debido a prejuicios sobre la calidad literaria de la literatura juvenil, rechazan de pleno la existencia de este extraño subtipo de jóvenes que, en caso de que los rumores sean ciertos y lean, se esfuerzan vanamente en el arduo hábito de la lectura con «libros de segunda». Este hecho se ve agravado cuando nos enteramos de que, con la aparición de las redes sociales, se ha creado una comunidad literaria juvenil que se retroalimenta mediante el «postureo literario».
Hace un mes, un artículo de La Vanguardia explicaba esta tendencia, sobre todo como secuela de los duros meses de confinamiento en los que los libros fueron un descubrimiento para muchos. Según se describía, este fenómeno en auge recoge a todo aquel incauto que se atreva a —y cito textualmente— «mantener las apariencias, fingiendo coincidir con los gustos literarios de la mayoría» (párr. 2), pero al que «en realidad no le gustan los libros» (párr. 3). Es cierto: el postureo está a la orden del día y ha llegado a constituir una suerte de «selección natural» en la escala social. Admito que puede darse en el mundo literario y favorecer, en ocasiones, un consumismo irresponsable, pero no olvidemos que el postureo literario es tan solo un pequeño porcentaje y, en mi opinión, una consecuencia por desgracia indisociable de un hecho esperanzador: la existencia de la especie que venimos describiendo. Por ello creo que resulta mucho más fructífero que, en lugar de criticar a una minoría que empaña la tertulia literaria que muchas veces se da en las redes sociales, se potencie el hábito a través de un diálogo y una educación literaria que deseche la idea de que la lectura es un placer que no tiene cabida en las nuevas generaciones (y tampoco debemos menospreciar los libros que nos abren las puertas de este mundo). Solo así la especie logrará encontrar un ecosistema óptimo y aumentará su población.
Los jóvenes leemos, y leemos buenos libros. Como lectora que he sido toda mi vida, gracias seguramente a los libros que con quince años me fascinaron, a día de hoy siento una gran curiosidad por los clásicos, comportamiento que, como he podido comprobar, no es exclusivo de una universitaria en proceso de ser filóloga hispánica. Estoy ansiosa por leer Cien años de soledad, el Quijote y La Regenta, pero sería un error por mi parte no agradecer a libros como Crepúsculo o Memorias de Idhún, obras que, a pesar de que si las leyese ahora seguramente no me gustarían tanto como la primera vez, han tenido un papel fundamental en la creación de la lectora que soy hoy.
Referencias
La Vanguardia. (2021, enero 17). El ‘postureo lector’ o aquellos que fingen que les gustan los libros. La Vanguardia. Recuperado 27 febrero 2021, de https://www.lavanguardia.com/cribeo/cultura/20210117/6182109/postureo-lector-fingen-les-gustan-libros.html