Roberto Alvau

La relación de la «nueva percepción humana» entre medios digitales y realidad física es quizás uno de los nervios en torno al cual se ha desenrollado el arte contemporáneo de la última década. A menudo se le ofrece una visión crítico-negativa relacionada con la condición de sociedad «degeneradamente» globalizada de la cual formamos parte; otras veces solo se limita a un enfoque visual que plantea cómo y de qué forma ha cambiado «nuestra manera» de observar y contemplar.
En este segundo caso, se enmarca también la figura de Inma Femenía, artista polifacética valenciana, con su trabajo Infraleve, realizado expresamente para los espacios de las naves principales de la ex-fábrica Bombas Gens, en exposición hasta la primavera del año próximo (14/03/2020-31/01/2021).

Graduada en la Universitat Politécnica de València y operativa en la misma ciudad levantina, Femenía ya puede exhibir cierta experiencia en el ámbito contemporáneo de la Comunitat: a partir de 2008, empieza para ella un periodo bastante prolífico caracterizado tanto por exposiciones personales —emblemática la doble colaboración con Galería Kessler-Battaglia—, como colectivas, de manera que llega a exhibir parte de su producción en Portugal, Francia y hasta China, con ocasión de la Opening Exhibition en el Shede Art Centre, Sichuan.
Hoy, con Infraleve, Inma Femenía corona un proceso de búsqueda estética que se remonta desde el inicio de su carrera y abarca más de diez años de experimentación plástica. Particularmente atraída por la concepción de la «instalación» y del arte como experiencia sensorial y multimedial para el público, la artista acaba por crear para Bombas Gens un conjunto de ocho piezas que dialogan entre sí de manera armónica bajo el paradigma de la luz y sus reflejos como elemento portante. La artista con sus monumentales paneles de PVC investiga acerca de cuestiones como el deterioro lumínico, la disolución entre luz-materia y el cromatismo «puramente» digital, y se aproxima a efectos propios del mundo digital y no de la realidad física, como el «pixelamiento» o la disolución de la imagen que llevan al espectador a un extrañamiento contradictorio en el momento de contemplar su obra.
Como subraya Nuria Enguita, cocomisaria de la exposición:
«Este acercamiento “digital” nos retrae al concepto de lo “infraleve” de Marcel Duchamp: momentos relacionados con el cuerpo físico y el espacio, extraídos de la levedad de la vida cotidiana y en los que se hallaría la verdadera esencia del arte, como en el calor de un asiento que se acaba de dejar, el sonido del roce de los pantalones al caminar, las caricias, un dibujo hecho con vapor de agua o con el aliento sobre una superficie pulida, espejo o vidrio».
En efecto, la misma Femenía hace hincapié en el concepto de «inframince» duchampiano, considerado como «imagen en trance de desaparición, una alegoría sobre el olvido», donde el límite entre lo real y lo ficticio se esfuma y se vuelve difícil de captar y comprender, lo que permite tanto la aproximación física a la obra, como una perspectiva virtual.
El resultado es un trabajo «androidizado», en el que se funde la experiencia humana de la percepción física y de las reminiscencias corporales-visuales con una sobreestructura virtual dominada por el «algoritmo», la «digitalización» y el «automatizado».
2. Obra Black Mirror. Fotografía de la artista Inma Femenía
Por ejemplo, en la tesaica instalación Transversal (2020), la artista nos proyecta un contemporáneo laberinto de Creta, donde las paredes de PVC vacías de su materialidad solo se animan a través de las proyecciones lumínicas naturales, lo que crea un sentido común de desorientación, confusión y, a la vez, tremenda fascinación por la capacidad de reinventarse de la materia.
Otras veces, la obra de Femenía se conforma como estático monolite, o más bien como pieza atemporal y «sagrada». Mer Licht! (2018-20) es un claro ejemplo de esta estética más bien contemplativa, compuesta ahora por pantallas de LEDs, que tiene que remitir a la poética de las «metrópolis» y sus luces publicitarias y que, más proféticamente, parece aludir al distópico obelisco de los simios de Kubrick en 2001: A space odyssey. La velada crítica al digital como proceso hacia la desmaterialización de lo físico y despersonalización de lo humano se percibe también en otras obras, como la emblemática Black Mirror, que, mediante la apropiación de la estética de Mer Licht!, quiere establecer una clara relación entre el LED negro y la pantalla digital apagada, desenchufada del mundo real.
Para concluir, Infraleve es, sin duda, una de las exhibiciones más interesantes dentro del panorama valenciano actual y un must para todo amante del arte, quien podrá visitarla hasta la primavera de 2021. Bombas Gens y Fundació per l’Amor a l’Art apuestan una vez más por el panorama juvenil valenciano y crean una exposición de válido espesor, perfecta para los espacios contemporáneos de la ex fábrica y para todo público general que todavía se acerca al arte contemporáneo con aire de temor y miedo innato.
Para saber más a propósito de la exposición, la artista o el espacio, os dejamos un enlace sobre la conversación entre Julia Castelló y la propia artista en el jardín del museo, así como un vídeo comentado por la artista sobre la exposición y el catálogo publicado: