Pablo Alberola (@palberola)
La sociedad actual ha basado gran parte de su interacción en la constante tendencia a aparentar. A veces parece que simplemente nos vale con aparentar que todo está en su sitio cuando por dentro nuestro cuerpo y nuestra mente se están cayendo a pedazos. No nos permitimos caer delante del otro. Favolacce (2020) presenta un mundo dominado por el cinismo más absoluto y se plantea cómo la propia capacidad de empatía en los seres humanos acaba pareciendo un don en peligro de extinción.
La segunda película de los hermanos Fabio y Damiano D’Innoncenzo dibuja un mundo particular, turbio y desagradable que gira en torno a varias familias que viven a las afueras de Roma. Un film basado en las apariencias y los celos de unos adultos descarados que ven cómo su vida acaba explotando en su cara a raíz de los conflictos relacionados con sus propios hijos. Una historia con aires de fábula que presenta a unos padres faltos de autoestima que buscan vivir y proyectarse a través de su descendencia.
Favolacce es, en realidad, un cóctel de emociones frías y distantes presentadas en un grupo de personajes marcados por la envidia y el egoísmo. Una especie de competición entre ellos por ver quién consigue destacar más entre una mediocridad instaurada en su pequeña comunidad. Con un humor negro y peculiar, los directores consiguen plasmar el día a día de unos niños que observan con escepticismo a unos padres que pretenden hacerse de más de una manera patética y cómoda.
Premio a mejor guion en Berlín y ahora estrenada en España en la Mostra de València, Favolacce se apodera de la crueldad narcisista de nuestros días. Un universo en el que unos niños que están descubriendo la sexualidad parecen mucho más capaces que sus padres de sobrevivir en este mundo.
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